El fomento de la educación para la libertad, la democracia y la paz, una actividades de extraordinaria importancia dirigida especialmente a nuestros jóvenes.

El fomento de la educación para la libertad, la democracia y la paz, tiene para nosotros capital importancia, puesto que pensamos que debería resultar rentable invertir una cierta cantidad de esfuerzo social e institucional en la formación contra la violencia, en información, concienciación y reforzamiento ético de los ciudadanos en general, pero en especial de nuestros jóvenes.

No cabe duda de la extraordinaria importancia del factor educativo en la lucha contra la violencia. Una población informada, concienciada y con los correctos fundamentos éticos tiene mejores posibilidades de enfrentarse eficazmente a ella.

Igualmente, es preciso preguntarse en torno al fenómeno del terrorismo, tanto en sus nuevas como en sus tradicionales formas de manifestarse, como podemos combatirlo, como podemos poner de manifiesto el daño que hace en una sociedad moderna, estructurada, especialmente entre nuestros jóvenes, y, por ende, que valores hemos de poner en positivo, qué referencias hemos de tomar, haciendo especial hincapié en el terrorismo de ETA y en el incipiente terrorismo fundamentalista, de carácter transfronterizo.

Dicho esfuerzo nos corresponde a todos: al sistema educativo, a las instituciones políticas, a la sociedad, a las víctimas. La educación constituye la herramienta básica, pero no es menos cierto que existe una considerable desorientación en cuanto a la metodología a emplear y que los principales actores o responsables de este esfuerzo se encuentran a menudo perplejos o profundamente desengañados. Por ello mismo cabe pensar que para ellos cualquier ayuda en este cometido sería bienvenida.

Se trata, desde nuestro punto de vista, de crear entre los jóvenes una conciencia clara contra los comportamientos violentos, así como una actitud comprometida en la lucha contra ellos, mediante la difusión de nociones claras acerca de todos los elementos que tienen como eje de desarrollo la violencia y, al mismo tiempo, proporcionarles pautas de conducta para contribuir a su erradicación en los entornos inmediatos.

En definitiva, se trata de fomentar en ellos una conciencia, e incluso una militancia activa, contra la violencia de cualquier tipo.